Dios eligió a un hombre para cumplir con todas las profecías anunciadas por los Profetas Moisés, David, Jesús y otros (La Paz sea con ellos).
Este hombre, Muhammad (La Paz sea con él), fue el último Mensajero y Profeta de Dios. Cumplió con la misión que se le encomendó: Divulgar la Palabra de Dios.
Dios concedió a Muhammad milagros sutiles, y a la vez grandiosos. Estaban dirigidos a la gente que medita y analiza las cosas.
El primer milagro y más importante que Dios otorgó a Muhammad fue el Corán. Un libro maravilloso que escuchó el mundo de la boca de un pastor árabe analfabeto, fue la luz que guió a millones de personas a través de catorce siglos.
Un libro, tan sublime y bello, que sorprende hasta a sus más acérrimos y declarados enemigos. Presenta también, una inmensa cantidad de conocimientos científicos, profecías y retos que la historia ha probado como ver- daderos hasta nuestros tiempos. Es el gran milagro de Muhammad, recibir un Libro que es código penal y civil, que rige las relaciones internacionales, que aporta enseñanzas morales y soluciona muchos de los problemas sociales que padecemos, además de las profecías y datos científicos que contiene. Todo esto, “...para la gente que medita y razona...”
El segundo milagro de Muhammad (P y B), lo vemos a través de siglos de la historia islámica:
Cuando el Profeta (P y B) inició su misión, lo hizo ante una sociedad idólatra, violenta, ignorante y llena de vicios. Al fallecer, 23 años después, dejó un estado organizado, con leyes coherentes y lógicas.
Pero, en sí, el milagro radica en que dejó una generación completa de personalidades que alterarían el curso de la historia.
Es por ello que:
La Oficina de Cultura y Difusión Islámica de Argentina, presenta esta breve recopilación, con algunas facetas de la vida de estos forjadores de nuestra historia: Los Sahabas “Los Compañeros del Mensajero de Allah” (P y B), los que creyeron en él y que luego dedicaron su vida a compartir esta guía con toda la humanidad.
Transformándose en verdaderos siervos de Allah, se convirtieron para siempre, en señores de la historia.
“Los Sahabas”, la gente que conoció a Muhammad personalmente, creyeron en él y se mantuvieron en la fe hasta morir. Los que tomaron sus enseñanzas directamente de boca y de los actos del Profeta; ellos son el otro milagro.
Esta generación fue elegida y elogiada por Dios, en Su Libro y a través de Su Mensajero. Se formaron junto al Profeta de Allah, pasaron años de persecución, hambre y torturas. Sufrieron en carne propia toda la violencia de una época oscura e ignorante.
Sin embargo, es al morir el Profeta (P y B) que este milagro se pone de manifiesto. Los Sahabas supieron ubicarse al nivel de su misión histórica; entendieron que eran ellos los responsables por dar continuidad al mensaje iluminador y civilizador del Corán, serían ellos los responsables de mostrar al mundo que este mensaje es verdadero, aplicable, y que al practicarlo cabalmente, soluciona realmente los problemas que aquejan a la humanidad desde siempre. Ellos debían demostrarle al mundo que el Islam “...transporta, de la oscuridad a la luz”.
Es así, que desde la humilde ciudad de Medina, desde la sociedad de Arabia, por todos desdeñada, surge una nueva civilización. Con grandes estadistas como Abu Bakr, Omar, Ozmán y Alí; generales como Jáled Ibn Al- Ualid, sabios como Ibn Masúd e Ibn Abbás. Hombres nuevos, graduados en la escuela del Profeta Muhammad (P y B), con altos principios morales, con gran temor a Dios y, sobre todo, valor y decisión para llevar el mensaje del Islam hasta los confines de la tierra.
En menos de cien años, hicieron oír, alto y claro, el mensaje de la adoración del Único y verdadero Dios desde China hasta Francia.
La historia nos muestra que esta generación traspasó las barreras de la muerte misma para cumplir su misión. Su recuerdo permanecerá a través del legado que nos dejaron. Este legado se demuestra con la precisa y exacta forma en que se recopiló y salvaguardó el texto original del Sagrado Corán; en el cuidadoso y metódico modo en que se registraron los dichos y hechos de la vida del Profeta (P y B), haciendo de Muhammad, el Mensajero mejor conocido de todos los tiempos. Otro legado de vital importancia es el entendimiento de primera mano, de las leyes islámicas contenidas en el Corán. Este esfuerzo hizo del Islam la religión mejor documentada que existe.
Sin embargo, hay algo en su legado que concierne a la humanidad toda:
Córdoba, Sevilla, Toledo, Marrakesh y Granada en Occidente. Damasco, El Cairo, Bagdad, Bujara, Estambul, Trípoli y Delhi en Oriente; todos mágicos nombres que evocan la vanguardia civilizadora en una época oscura y violenta. Estas ciudades, que son orgullo de la humanidad, no tendrían el lugar que se ganaron en la historia de las ciencias y las artes, no serían centros irradiantes de civilización y cultura, sino fuera por el arduo esfuerzo de la primera generación de musulmanes por la causa de Allah.
Pues fueron ellos quienes crearon el ambiente propicio para el desarrollo de estos centros civilizadores.
Y es realmente penoso que los propios musulmanes de hoy no conozcan estos héroes; y lo poco que se los menciona, hecho muchas veces, con el objeto de desvirtuar sus ciclópeos esfuerzos e inteligentes medidas en favor del Islam y la humanidad entera.
¡Pedimos a Allah que bendiga y exalte a Muhammad y que se complazca con todos sus Compañeros y con todos los que les sigan hasta el Día del Juicio Final!
Oficina de Cultura y Difusión Islámica
Buenos Aires - Argentina Ramadán de 1419 - Diciembre de 1998